Calle Mayor


NUESTRA CALLE  MAYOR

Yo pensaba que era difícil encontrar personas a las que todavía les gustaba saborear una buena conversación sobre historias o lugares de nuestro pueblo, pero señores aun quedan. Recuerdo cuando iba con mi madre por la calle, siendo yo niña,  se paraba continuamente  con la gente para hablar, yo me quejaba con insistencia,  no entendía ese rito, que ahora comprendo perfectamente,  de estas gratas conversaciones surgen autenticas amistades.

Coincidí con Esperanza Talavera hace unos días,  espontáneamente surgió una conversación sobre Caravaca y sus gentes; me comento el texto que había escrito Herminio Picazo sobre la Calle Mayor y me lo dejo leer. Me pareció esencial  el recorrido que hace por  los antiguos comercios, el recuerdo grato de los comerciantes  de esta emblemática calle, reconociendo cada uno de esos establecimientos, sintiéndome parte real de esa historia; pero me supo a poco ese contenido nostálgico, aunque realmente verdadero. Para mi la Calle Mayor empezaba en Rafael Tejeo y terminaba en el principio de la cuesta del Castillo, ya se que me extralimito, pero era una consecución inseparable.

He oído multitud de historias contadas por mi familia, mi madre, mis tías, mi abuelo, sobre esta,  ellos vivieron en esta calle, después en la cuesta Don Álvaro, por ello era el centro de sus vidas, su cultura, su sociedad.; Nunca una calle del pueblo fue tan significativa, ni siquiera se le acerca de lejos la Gran Vía.

La Calle Mayor, guarda celosamente entre sus rincones, un aire de risas, conversaciones, secretos, juegos, besos, que se hacen palpable cuando paseas por ella, como una especie de latido interno, que aunque pasen los años no desaparece, ha sido tan grande su relación con las personas, que mantiene en los corazones de los que allí vivimos los años de infancia o juventud como un sentimiento entrañable.

Ni siquiera cuando paseas en silencio dejas de oír el murmullo de otra época, que sin  ninguna duda fue mucho más rica, en esencia, en fondo y forma. Sus tertulias, sus reuniones taurinas, incluso en las boticas, donde renacía el arte.

En las tardes de Domingo de aquella inolvidable infancia, mi amiga Rosa Canto y yo,  íbamos a comprar un dulce a la confitería de las Pilarica, un machaco o un merengue que era lo que mas nos gustaba. Empujabas la puerta,  te daba casi respeto, pues sonaba una campanilla, rompiendo el silencio de una manera atronadora; la estancia era verde pastel, sencilla; su mostrador limpio hasta la pulcritud, no tenia demasiados dulces, pero estaban colocados perfectos; el ambiente era inmaculado y te sentías como en un refrigerador, pues allí siempre hacia fresco.

Era corriente hacer recados para tu casa o algún vecino, por eso callejeábamos mucho, cuando entrabas a un comercio siempre te sacaban por la pinta, eso si no te conocían que ya era raro. A mi me gustaba mucho que me mandaran casa de Vila; allí estaba Isabel con su delantal blanco, Manolo tan amable, con la bata gris azulada típica de la época para los comerciantes… A ella le gustaba tanto hablar que conseguía siempre que nos quedáramos un rato, dándonos incluso de merendar en muchas ocasiones para alargar la visita; nos enseñaba a colocar los huevos, con una delicadeza que era casi dulzura.

Son recuerdos que forman parte de nosotros, los cuales no podemos separa de nuestra mente, rica en imágenes y sabia porque consiente en sacarlos del baúl de la memoria cuando nos hace falta. Arte siempre hubo en la Calle Mayor,  la botica de Pascual Adolfo siempre llena de maravillosas imágenes creativas , las fotografías del Boti  llenas de encanto, Diego Marín, que tenía lo inimaginable (todavía guardo unos botones de nácar, que compre cuando la quitaron y para mi son como un tesoro) , calzados La Española con Consuelo a su cargo, la librería Vieja,  Casa Nieto con ese maravilloso cartel, la tienda de textil de Ramón y Esperanza Ramírez, la sutileza de los Jiménez, ,  droguería de Valentín , farmacia Batu , la tercena o estanco , sastrería de Antonio Caparros y la de Amadeo, la tienda del Pera, los olores a especias de Diez reales o Casa Alonso como permanece hoy día, las innumerables cajitas con botones de la  Mercería de Javier y Juan Pedro Ferrer, la tienda de Julianico , Nuevas Galerías con Ángel  pudiendo encontrar las mejores camisas confeccionadas del pueblo,  Juan el bata, Martín con sus finos hilos para encajes, Rodenas y sus televisiones, Luis el de las bicicletas, la relojería y óptica de Melgares, La armería de Cristóbal, Juanatoñico,  tienda de Vila, Manolo el del casino, tienda de Elias donde pase muchas horas de mi infancia,  los dulces de la  Pilaricas, el Bolo o posteriormente de  la Juanica, la oficina de transporte de los hermanos Cantó, zapatería Mane, con la señora Carmen arreglando alubias en su puerta, la tienda de música de Bartolo, la de manualidades,   tienda de regalos Papirusa,  tienda de Pepe el plásticos, la primera tienda de Jaime, la de Salvador de las máquinas, librería de  Montoya, a la que casi siempre ibas a mirar pues no podías permitirte el lujo de comprar ………cuantos y cuantos comercios…..buenos, muy buenos recuerdos.

Este es un recordatorio de  lo que echamos de menos y seguiremos echando, pues hemos olvidado lo primordial de la sociedad que es conservar lo más genuino, las raíces de nuestro pueblo. Que cantidad de comercios,  seguro que me he olvidado de muchos  o incluso los que estuvieron antes de que naciera.

Pero ahora toca hablar de los comerciantes que permanecen hoy día fieles a ese sentimiento, queriendo mantener ese espíritu de  afecto…  Si hablo de  la Nueva Joyería la cual a sabido mantener la elegancia de ese magnifico local,  de perfumería Antoñita que siempre ha  servirdo los mejores productos  de cosmética , la  preciosa Farmacia que ahora regentan las hijas de Pascual Adolfo, Charo y Vito, las cuales nos hacen llevar de una manera más fácil las enfermedades de nuestros mayores,  la tienda infantil de Ladislao,  Radiban,  zapatería Mane a la que tenemos que agradecer mucho tantos es años de servicio,  Tejidos Molina que nos  abastecen de tejidos,   mercería Encarnita,  Joyería Pilar,  mercería Boti, carnicería Juani,  cafetería horno…etc… Siguen trabajando a la antigua usanza, con tranquilidad, con atención  al cliente de toda la vida,  haciendo que la persona que entra a sus comercios se sienta como en su propia casa  y les aseguro que hablo con conocimiento de causa.

Por ello tenemos la obligación de  recordar  estos valores, que yo conozco porque tuve un abuelo comerciante, José Izquierdo, que me hablo muchas veces de los comerciantes de la Calle Mayor y para que las nuevas generaciones tengan conocimiento de la historia de esta calle.

Seamos inteligentes y conservemos lo que un día nos hizo diferentes del resto de los pueblos de la zona,  pues  esta Calle Mayor fue la que puso el comercio de Caravaca en un puesto privilegiado durante muchos años;  todo el mundo venia a comprar pues en ella se encontraba todo lo que se podía desear.

Démosle el lugar y la importancia que le pertenece, pues quien no recuerda esto es que  no ha vivido nunca la verdadera Caravaca.

 

Ana María Vacas Martínez-Blasco

callemayor


Deja un comentario